No muy lejos de la famosa torre de la Martina, apenas un ábside y los cimientos de una espadaña -lo que quedó de la iglesia de Santiago, románica del siglo XII- siguen presidiendo el otero que guarda las espaldas a la villa de Ayllón. Tan sólo se mantienen en pie parte de su muro norte y su ábside, pero su imponente presencia y la belleza del paisaje que contemplamos a nuestros pies compensan con creces la visita.
Sabemos así de sus muros de sillarejo y su espadaña de dos vanos. También conocemos que allí se veneraba al Santo Cristo y que, curiosamente, sirvió de cementerio a mediados del siglo XIX para acoger "los cadáveres de los coléricos".
Sólo el esqueleto, muy descarnado, permite al menos localizar este templo que por su aspecto fue tremendamente expoliado y posiblemente reutilizado en parte para restaurar otras de las numerosas iglesias de la villa.
¿Qué queda de la iglesia? La figura de Santiago insertada en el retablo de San Miguel y el Cristo en Santa María la Mayor.