Si ayer a las 23:15 alguien en la Plaza Mayor hubiese preguntado a qué sonaban los aplausos que llevaban saliendo del Teatro Juan Bravo durante dos horas y media, la respuesta que habría recibido podría haber sido variada; aplausos de rock, gritos de heavy, ovaciones tradicionales, mucha palmada de country y algún que otro "ohhh" mágico. Sólo había clara una cosa; eran de gente maja. Muy maja
Y es que la II Gala de los Premios Majos, organizada por Histéricas Grabaciones y El Adelantado de Segovia, en colaboración con el Teatro de la Diputación Provincial y la Obra Social de La Caixa, no pudo contar con gente más… maja ¿por qué llamarlo de otra manera?
Empezando por su presentador, Héctor Sansegundo; quizás uno de los mayores aciertos de la organización. El mago segoviano, además de ir presentando a los premiados, destrozó y recompuso servilletas, dio vida a peces de rotulador y adivinó cartas a lo largo de la gala. Pero sobre todo, hizo aparecer y desparecer carcajadas entre las butacas y mantuvo en todo momento expectante al público; algo que en una gala de dos horas y media, se agradece.
Y eso que no se hizo larga y que el único que dormía plácidamente después de tantos minutos de música era Leo, ya en casa, después de que su lucha fuese protagonista en los discursos de todos los premiados, y de que él mismo ayudado por sus padres se encargase de recoger, de manos de los niños de la Escolanía, la primera estatuilla Majo de la gala.
Tras la nota más tierna del evento, y después de que la Escolanía recogiese su propio y merecido premio en reconocimiento a su labor, empezaron a cobra vida los instrumentos sobre el escenario. Gustavo Deantonio, el tercer clasificado en el concurso ‘Histéricas Grabaciones Volumen III' comenzó metiendo el rock en los oídos del público, quienes momentos después asistieron a la transformación del Juan Bravo en cualquier club de Arizona o Texas.
Con Nat Simons se empezó a intuir lo que se confirmó con Clan Makeihan, que actuó, por falta de algún componente, en sustitución de La Banda del Búho (segundo clasificado en el concurso); que el country había invadido el escenario y que las palmas arrítmicas y del centro de España, y los pies de los espectadores intentando llevar el rápido ritmo de guitarras, banjos, batería y violines pegaban fuerte en la llena platea del Teatro Juan Bravo.
Nat Simons agradecía el premio a la organización y se lo dedicaba a toda su familia de Segovia, incluido "el hombre segoviano al que más quiero del mundo; mi abuelo, que aunque ya no esté aquí, seguro que le habría hecho ilusión". Ver tocar y pasárselo bien sobre el escenario con sus sombreros a los músicos de Clan Makeihan era puro espectáculo.
Poco a poco, y entre premios a Lujuria y al Nuevo Mester, que abandonaba el escenario tras recoger su Majo cantando que estaría "toda una vida" haciendo música, se iba terminando la gala. Pero aún quedaba la actuación invitada, la de un José Soto y su banda, que no paró de disfrutar sobre el escenario y contagiar su alegría del sur al patio de butacas.
El cantante sevillano comenzó su actuación entre las dos aguas de Paco de Lucía y terminó haciendo vibrar a mayores y jóvenes con ‘Déjate querer' y ‘Por ella'. Con ésta concluyó la gala y se despidió diciendo lo que resumía bien el sentido de la gala: "es increíble que algo que escribes en la soledad de tu habitación, pueda atravesar calles y ciudades y termine por colarse en miles de casas". Así es la música. Más nos vale ser agradecidos y majos con ella.