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ENCARNACION MARTIN OLIVARES, HOMENAJE A UNA AYLLONESA CENTENARIA

El lunes 26 de Marzo se celebró en la residencia los cien años de vida de Encarna.

En 1912 reinaba en España Alfonso XIII, y se empezaban a ver los primeros vehículos a motor. Fué en aquél año tan lejano que Encarna vio la luz en Ayllón. Era de las hermanas pequeñas de una familia numerosa, de fuertes raíces ayllonesas (María, Emiliana, Fidel, Emilio…). Su vida fue una vida tranquila y ordenada, que transcurrió fundamentalmente en Madrid, a donde se dirigió con su marido Ignacio a buscar el sustento en plena posguerra, puesto que la guerra civil les obligó a retrasar su proyectado enlace.

 Con el modesto sueldo de su marido fueron viviendo sin sobresaltos y ahorrando poco a poco, pues en su ejemplar labor de ama de casa, se incluían las economías y los reciclajes, llegando incluso a ser conocida en la Bolsa de Madrid, a donde iba con cierta frecuencia.

 Comoquiera que no tuvieron hijos, siempre estaba dispuesta a acudir a la llamada de sobrinos y sobrinas, para echar una mano allí donde hiciese falta, o a cobijar a quien fuese en su pisito de San Vicente, en pleno barrio de Malasaña.

 Por su cercanía al domicilio en Madrid de su sobrina Mercedes, desarrolló con ella una relación especial, viéndose prácticamente a diario durante muchos años. De este modo, cuando enviudó, se fue a vivir con ella y su familia durante más de una década. En 1993 regresó definitivamente a Ayllón, su pueblo, en el que vive desde entonces, primero en su casa de la Plaza, y desde la apertura de la Residencia, en ésta, siendo junto con su compañera de habitación, Socorro, de las más veteranas residentes.

 Desde hace muchos años sufre una importante sordera, que le impide mantener una comunicación fluida con las personas de su entorno. Sin embargo no ha sido obstáculo para que mantenga una "buena cabeza", que se acuerda de todos los detalles, y una especial intuición para captar lo que ocurre a su alrededor..

 Hoy, cien años después, Encarna sigue en pie para recordarnos que el tiempo pasa para todos menos para ella, que a pesar de todo sigue conservando algo de su coquetería madrileña.

 Carlos Merino Martin

(sobrino-nieto de Encarnación Martín Olivares)